Párpados que amanecen
cada mañana a tu luz,
abandonando esos sueños
que entre tus brazos acunas.
Cantas nanas que no escuchan
estos oídos humanos,
sumidos en su rutina,
despertadores y estrés.
Abren los ojos
a este mundo que olvida,
madre desaparecida,
bajo carreteras y heridas.
Respiran sin ser conscientes
de que tu aire da vida;
ese aire, tu perfume,
que algunos pretenden cobrar.
Lloras a veces, madre,
herida por el fracaso,
de un ser que educa ciegos
errantes en su caminar.
"No llores, Tierra -te digo-.
Somos un todo, lo sé,
pero aprendemos cual hijos
bastardos en su quehacer."
"Sonríe, Tierra -susurro-.
Somos pequeños aún;
niños traviesos que hieren
a este mundo que eres tú."
"Perdona, Tierra, perdona,
el cambio está por llegar,
cuando seamos conscientes
de que somos un igual."
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