martes, 29 de enero de 2013

MAGIA

Te he visto hacer ese juego de cartas un montón de veces. La pistola, lo llamas tú, porque los naipes salen disparados de entre tus dedos, y se estrellan contra la mesa en un desorden rojinegro de figuras y de palos. Entonces tus manos se juntan de repente, aplastando con fuerza una carta vuelta contra la parte superior del mazo.

Me miras fijamente. Hay un halo de misterio en tu mirada en el que me sumerjo sin dudarlo. Por unos instantes, los dos nos encontramos en un profundo hoyo del subconsciente por el que tú me vas guiando. Te siento cerca, muy cerca, en medio de un ir y venir de alientos y de espasmos.

Si, una vez más he elegido la carta que tú querías que eligiera. Lo descubren mis ojos atónitos cuando lanzas ya boca arriba el naipe que coronaba el mazo. En mis labios queda grabado por siempre el sabor de la magia de tus manos.

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